COMPITE COMO SI FUERAS TRES

COMPITE COMO SI FUERAS TRES
José M. Sánchez
Depsic Psicología y Alto Rendimiento S.C.



Jalisco es uno de los estados de mayor desarrollo en la República Mexicana. Su economía, cultura y tradiciones son en buena medida referentes de nuestro sello como mexicanos. Tuve la oportunidad de sentir “en carne propia” la calidad de este estado y de su gente, cuando adopté a Guadalajara (Jalisco, México) como mi segunda casa. Luego de haberme formado como psicólogo deportivo en el Comité Olímpico Mexicano,  y de haber ejercido esta profesión durante años, me decidí a continuar con mi preparación académica en la Universidad de Guadalajara (U. de G.) así que me mudé a esa ciudad, a la que guardo gran cariño. Y es que Guadalajara –y todo el estado de Jalisco- no solo abre sus puertas al visitante sino que además nos brindan sentido de pertenencia. 

Quizá como todo visitante que llega a tierras jalicienses, yo también me pregunté alguna vez cuál era el origen del gentilicio “tapatío” con el que acostumbramos nombrar a nuestros paisanos nacidos ahí. Al parecer, al término tapatío se le atribuyen varias raíces. Pero una de ellas me llama la atención de manera particular: es una palabra de origen náhuatl derivada de la palabra Tapatiotl, que significa “que vale por tres”. De acuerdo con esta definición, el tapatiotl eran tres pequeños costales que contenían 10 granos de cacao cada uno, y durante el siglo XVII estos granos servían de moneda a los indígenas habitantes del Valle de Atemajac para el trueque de mercancías en el tianguis de la ciudad… 

Desde un punto de vista económico, el valor de una cosa se mide en función de aquello por lo que puedas intercambiarlo. Por lo tanto, imagino que el tapatiotl era UNA posesión muy valorada puesto que equivalía a tener otras TRES. 

Como psicólogo deportivo, me gusta esta clase de ejemplos con mis atletas. Así como un objeto o 
moneda posee un determinado valor, así también cada atleta tiene el suyo propio. Pero a diferencia de los objetos y monedas, los atletas –que son de carne y hueso- tienen dos clases de valor: por un lado el valor monetario que el club está dispuesto a pagar por él(ella) y por otro el valor subjetivo que cada atleta se otorga a sí mismo(a).  En el primer caso se trata de un valor que fijan los estándares en un mercado deportivo, y en el segundo caso se trata de un tema de auto-concepto e imagen de sí. 

¿Cuánto vales?  Si el tema del autoconcepto es importante para cualquier persona, para los deportistas lo es aún más. Es difícil conseguir logros importantes si uno mismo no cree merecerlos o no cree ser capaz de obtenerlos. De ahí que el primer paso, al menos en el deporte, sea el de ser capaces de vernos al espejo convencidos de lo que valemos. 

Pero tomemos en cuenta que el valor que cada deportista se otorga a sí mismo(a) está influido enormemente por la cultura en la que ha crecido. Cuando hablo de cultura me refiero a todas aquellas enseñanzas de parte de la sociedad que lo vio nacer. Y sabemos que así como hay pueblos que animan a sus integrantes a creer en sí mismos también existen otros donde se transmite lo contrario: la desconfianza en las propias capacidades, la auto-descalificación, etc. Como si tener confianza en uno mismo fuera algo indeseable. No debemos confundir la autoconfianza con la egolatría. La primera se refiere al conocimiento de nuestras propias capacidades lo cual nos lleva a creer que somos realmente capaces de lograr algo. La segunda se refiere a exaltarse a uno mismo por sobre los demás. Se puede – y se debe- ser humilde y con elevada autoconfianza. 

Ahora bien, tomemos en cuenta que el creer en uno mismo es apenas el primer paso. El segundo es demostrarlo. Confía en ti y luego haz lo que está de tu parte para demostrarle a tu rival que tú eres superior. Al demostrarlo estarás logrando que no solo tú sepas lo que vales sino que ahora también los demás se darán cuenta. ¿De algo sirve creernos los mejores si no trasladamos nuestra creencia a los hechos concretos? Cuidado, porque si eso pasara entonces caeríamos en lo que se conoce como autoengaño, o sea, creer algo que no somos…   

Pongamos un ejemplo. Este próximo domingo se disputarán -precisamente en la ciudad de Guadalajara, Jalisco (México)-  las finales de la Liga Mexicana de Voleibol en sus ramas femenil y varonil. La ciudad anfitriona estará representada por los equipos de Tapatías y Tapatíos, las dos escuadras que se mostraron más fuertes durante el actual torneo. Cabe decir que ambos equipos representan no solo a una ciudad sino también el ejemplo de que cuando se cree en un sueño, y se pone todo el esmero en lograrlo, las cosas se acomodan en su lugar. A pocos años de su formación, la escuadra de Tapatías ha pisado en firme y es el actual campeón de la liga. Ahora están dispuestas a defender su título. Por su parte el equipo de Tapatíos (de más reciente conformación) termina también el actual torneo  como primer lugar y con el hambre suficiente para hacer pesar su localía. Ambos equipos llevan en su nombre su destino. No se puede ser un verdadero tapatío(a) si no se sabe lo mucho que uno vale. Y como consecuencia se tiene la obligación de jugar con tanta pasión y convicción de manera que el rival sienta que no tiene enfrente a 6 rivales, sino a 18, porque cada tapatío vale por tres. No se puede salir a defender la playera de otra manera, al menos si se quiere seguir llevando ese nombre. 

Estoy seguro que este domingo la palabra “Tapatío” cobrará todo su significado cuando ambos equipos se levanten con el triunfo…
 
José Manuel Sánchez es Psicólogo deportivo formado en el Comité Olímpico Mexicano director de la consultora Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC., capacitador y conferencista, con intereses en la aplicación de la Psicología al emprendimiento, artes y política.  


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