Futbol: ¿un juego de resultados que se esperan?

FUTBOL: ¿UN JUEGO DE RESULTADOS QUE SE ESPERAN?
José M. Sánchez D.
 
Uno de los aspectos que favorecen la subsistencia de un grupo social humano es el hecho de que las personas nos ajustamos a ciertos patrones en nuestro comportamiento. Por “patrón” me refiero a la regularidad que podemos identificar en la forma de comportarse de un individuo, esto es, a sus formas habituales de reaccionar ante los sucesos de la vida. De manera general, podemos afirmar que ante circunstancias parecidas una misma persona se comportará de manera también parecida por lo cual, una vez identificado el patrón característico de cada quien, la forma de reaccionar de un individuo ante un evento particular es más o menos predecible. Así, puesto que podemos pronosticar de antemano con cierto grado de éxito el comportamiento de las personas con quienes vivimos, y al mismo tiempo puesto que ellos pueden pronosticar también con relativo éxito nuestro propio reaccionar, entonces es posible la convivencia comunitaria.

No obstante, también es cierto que el comportamiento humano no puede ser pronosticado con absoluta certeza. Es común sorprendernos  cuando algún conocido nuestro realiza alguna acción inesperada que no se ajusta a lo que nosotros esperaríamos ver en esa situación. En tales casos nos damos cuenta con agrado que no somos robots programados de antemano y que nuestro comportamiento no se sujeta a una regularidad absoluta como para anticiparlo detalladamente con un 100 % de confiabilidad.

En el deporte también ocurren fenómenos que podemos calificar como “patrones” de manera semejante al comportamiento individual. Es común observar, por ejemplo, que el Barcelona juega de determinada manera la cual es diferente al juego del Chelsea, o que “Rafa” Nadal tiende a realizar ciertas acciones cuando va abajo en el set o cuando va superando al rival de manera cómoda.

Así mismo, es de todos conocido que en el futbol dichos patrones son más bien caprichosos y que precisamente “todo puede suceder” una vez que la competencia ha iniciado. Por lo tanto, ¿es el futbol una situación compleja en que todo es cuestión de azar una vez que la pelota rueda o tienen mayor injerencia en el resultado final los patrones a los que se sujetan los jugadores y los equipos en su conjunto?

En los últimos días han ocurrido dos eventos con equipos del futbol mexicano que capturan perfectamente el dilema anterior. El primero de ellos fue la final del Campeonato de Liga disputada por los equipos América y Cruz Azul. En el primer partido de la final, el Cruz Azul obtiene la victoria jugando de local con un gol de diferencia, a partir de lo cual se “encamina” como campeón del torneo. Esta tendencia parece verse favorecida luego que en el segundo partido (esta vez en el monumental estadio Azteca) el Cruz Azul anota nuevamente un gol en el primer tiempo y el América se queda con 10 hombres luego de la expulsión de uno de sus volantes.

Si analizamos esta situación de manera global, podemos decir que en este momento se cumple un patrón que toda la afición de ambos equipos es capaz de detectar: un equipo que en la final de torneo supera al rival con un marcador global de 2-0 tiene mayores probabilidades de ganar, más aún si el rival tiene inferioridad numérica. Por esta razón (el detectar este patrón) la afición de Cruz Azul se va al descanso con la “confianza” de que todo marcha sobre ruedas y la del América con la “decepción” de que  sus sueños de campeón se desvanecen poco a poco.
Para acentuar aún más la percepción de este patrón, diremos que la situación en el marcador no cambió aún pasados 88  minutos del juego. A estas alturas la afición del América comenzaba a desalojar el inmueble “resignada” a pagar las apuestas y sobretodo a soportar las burlas de toda una semana y la frustración del “no se pudo”.

Pero de repente vino una brusca alteración al patrón de eventos que se había gestado durante 88 minutos y una clara “violación a la lógica” de los espectadores. El América anota su primer gol del partido y el segundo en tiempo de compensación. Por si esto fuera poco, el anotador del segundo gol es el portero que sumado al frente se lanza en un tiro de esquina y anota logrando su remate ¡con la cabeza!


Esto altera todo pronóstico que el más optimista americanista –incluido su eufórico presidente-  pudo haber realizado dos minutos antes del segundo gol. El gol anotado de cabeza por el portero en tiempo de compensación parece rebasar toda lógica simplemente porque las probabilidades de tal hecho parecían simplemente mínimas si no es que nulas. Pero a partir de ese momento la situación da un giro de 180° y ahora se conforma un nuevo patrón, el del equipo que de ir 2-0 abajo en el marcador alcanza al rival. Reza el adagio que en tales circunstancias: “caballo que alcanza…gana”.  Y eso fue lo que pasó en la tanda de penales.



¿Tiene sentido lo que vimos esa noche? ¿Se ajusta a la lógica del futbol? Antes de responder lo anterior pasemos a un segundo e ilustrativo ejemplo.

El equipo “Xolos” de la ciudad de Tijuana avanza en su paso por la copa Bridgestone Libertadores 2013. Ahora le toca enfrentar al equipo Mineiro de Brasil que cuenta en sus filas nada menos que con un Ronaldinho aparentemente pasado de peso pero que conserva la clase de quien parece haber nacido para este deporte. En el primer partido se ha dado un empate a dos goles y ahora toca ir a jugar a Brasil. Un pronóstico inicial apunta al local Mineiro como favorito por el simple hecho de jugar en casa, puesto que existe el patrón de que los equipos que juegan de local tienen mayores probabilidades de ganar.

Pero aquí comienzan una vez más los caprichos del futbol. El equipo de Xolos se va al frente en el marcador y “mueve la balanza a su favor”. Ahora es el que tiene las posibilidades de avanzar y descalificar a su rival. Pero Mineiro anota minutos más tarde y nuevamente se coloca como el favorito para pasar a la siguiente ronda. Esta tendencia se acrecienta cuando se llega al minuto 90.

Entonces viene lo “inesperado”. Penal en contra de Mineiro que automáticamente le da la posibilidad de realizar la hazaña al visitante Xolos. Las probabilidades de que un árbitro decida marcar un penal en contra del equipo local en tiempo de compensación de un torneo internacional son mínimas pero en este caso parecen no ser tomadas en cuenta. El penal se marca. El jugador de Xolos, quien por cierto fue el mismo jugador que en ese partido había anotado el primer gol, se acerca a golpear la pelota y…¡falla!



¿No existe la lógica en el futbol? ¿Cómo explicamos estos cambios drásticos ocurridos en cuestión de minutos que cambian a su antojo los estados de ánimo de los espectadores? ¿Simplemente el resultado de un partido es impredecible?

Como lo dije al principio, el comportamiento individual no se puede predecir con absoluta certeza por lo que parece lógico suponer que el comportamiento colectivo tampoco lo sea. Si dejamos caer un balón de futbol en cierto lugar del campo de juego y luego lo dejamos caer en otro lugar del mismo campo el bote del balón será diferente. Si algo tan simple no se repite con regularidad absoluta, ¿por qué habríamos de esperar que el comportamiento humano de cualquier jugador fuera completamente regular y predecible? Ciertamente no están tan equivocados los que afirman que una vez que rueda la pelota “puede ocurrir cualquier cosa”.

Sin embargo, contrario a lo que podría pensarse con el presente análisis, el fútbol no es solo cuestión de azar o de suerte. El futbol es un fenómeno de comportamientos humanos (sociales) y los fenómenos de la naturaleza (incluidos por supuesto los humanos) no son arbitrarios ni caóticos, más bien ordenados. Si la vida fuera un caos (sin orden o regularidad) seguramente se habría extinguido desde hace muchos años. En el futbol ocurre algo parecido. El futbol no es un fenómeno caótico sino que efectivamente se somete a patrones y regularidades. El punto a subrayar aquí es que dichas regularidades no son absolutas o lineales. Esto es, el futbol no se apega a las reglas del tipo: “si ocurre tal cosa entonces ocurrirá tal otra”. La vida misma no ocurre de esa manera. Más bien en el futbol –como en la vida- operan reglas del tipo: “si ocurre tal cosa entonces probablemente ocurrirá tal otra”.

En resumen, lo que afirmo es que el futbol y cualquier deporte es un juego de probabilidades. El comportamiento humano individual también lo es. Pero eso no significa que pueda ocurrir cualquier cosa en cualquier momento. Lo que va ocurriendo en cada acción del juego ocurre porque, si lo analizamos a detalle, se conjugaron las condiciones para que ese resultado fuera el más probable. Por esta razón, el futbolista no debe apegarse solo “a su suerte” Por el contrario, debe de prepararse para que si se presentan las circunstancias durante el partido él pueda afrontarlas de manera de que sea más probable que obtenga de ellas el máximo beneficio. Después de todo, no somos únicamente víctimas de nuestras circunstancias.